La palabra temperatura es muy familiar para todos, pero es necesario precisar en términos
científicos este concepto para diferenciarlo del concepto de calor.
A nuestro alrededor existen muchos cuerpos u objetos formados por distintos tipos de materiales. Cada uno de estos materiales puede caracterizarse si se analizan sus propiedades.
La madera, el plástico, los metales, el cemento, el papel, etc. son distintos tipos de materiales, con diferentes características propias (densidad, punto de fusión, resistencia,
etc.). En términos químicos, los materiales puede clasificarse y estudiarse de acuerdo con los elementos que los componen.
Para analizar las características de un cuerpo o de una sustancia, es necesario conocer ciertos parámetros, o variables de estado, que de alguna forma permiten determinar sus propiedades.
Un cuerpo o una sustancia están formados por materia. Ésta a su vez está formada por partículas que están en permanente movimiento. Cuanto más rápido se muevan, mayor
será la temperatura del cuerpo o de la sustancia.
La temperatura es, entonces, una variable de estado de la materia relacionada con la energía cinética promedio de sus partículas.
Conocer la temperatura de un cuerpo o una sustancia, así como también otras variables de estado como la presión, la densidad, el punto de ebullición, la resistencia eléctrica, la resistividad o la conductividad, aporta mayor información sobre sus propiedades físicas. Es importante remarcar entonces, que los cuerpos no tienen calor ni frío, sino una determinada temperatura que los caracteriza, y que si este parámetro varía, pueden modificarse algunas de sus propiedades.
La temperatura es una magnitud que se relaciona con la velocidad promedio del movimiento molecular de la materia.
Cuanto mayor es el movimiento de sus moléculas, mayor es la energía cinética (energía de movimiento), ya que estas moléculas se trasladan y rotan con mayor rápidez. En este caso, también la temperatura es mayor.
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